Al final de Peter y Wendy, la niña le promete a Peter Pan que no crecerá, que será una niña para siempre.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Una novela oscura que ofrece múltiples preguntas y respuestas, sorpresas, lágrimas y corazones encogidos.
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martes, 27 de octubre de 2020

Cuando mueren los libros

 He pospuesto esta entrada del blog porque era demasiado triste,

A principios de año, antes del Covid, pasaron dos cosas:

Por un lado, me escribieron de la editorial Berenice para anunciarme que, tras diez años de la edición de La traición de Wendy con ellos, iban a descatalogar el título y el libro estaría fuera del mercado, aunque a cambio yo recuperaría los derechos de edición del mismo.

También aquel enero ya lejano viajé a Londres y, después de tanto tiempo, decidí releer mi primer libro en el vuelo. Fue una experiencia muy curiosa: gracias al paso del tiempo, resultaba extraño leer esas palabras escritas por un yo joven e inexperto, ahora que podía hacer una lectura analítica y más exigente del mismo. Al fin y al cabo, resultaba como leer el libro de un extraño. Recuerdo que lo devoré, que me di cuenta de que el ritmo era magnífico y había algunas ideas estupendas que no recuerdo haber tenido nunca. Me gustó ese libro escrito por el Jose joven e inexperto.

 Hay libros que son eternos. Generación tras generación, enamoran a lectores y vuelven a editarse y reimprimirse a pesar del tiempo, la censura, las modas. Es el caso, sin ir más lejos, de Peter Pan.

En estos diez años que median entre mi primera publicación y estas palabras he escrito mucho, he publicado muchas historias. Sigo escribiendo, pero La traición de Wendy sigue ocupando un lugar muy especial en mi corazón. Por eso este anuncio a comienzos de año me provocó tal desazón. Cuando mueren los libros, las editoriales los destruyen; traté de recuperar un buen puñado de ejemplares para mí, pero en definitiva el libro se encuentra fuera del mercado.

Diez años de viaje, no ha estado mal. Ahora cabe preguntarse cuál será la próxima parada...

Hyde Park, enero de 2020

Hyde Park, enero de 2020

viernes, 18 de septiembre de 2020

Las ilustraciones que acompañan el libro

 Hace ya la friolera de diez años mostraba aquí la portada de La traición de Wendy, con mucha ilusión y algo de miedo. Sin embargo, hasta ahora no os he hablado de las ilustraciones que acompañaban a la edición de Berenice.

La portada, por un lado, es una ilustración de 1904 obra de Charles Buchel, "Untitled Poster for Peter Pan"


Por otro lado, no menos importante es la ilustración interior, en las guardas del libro, con una hermosa imagen obra de un artista, John Hassall, que ilustró numerosos pasajes de la novela original de James M. Barrie como la derrota de los piratas o la laguna de las sirenas. Estas láminas -o al menos sus reproducciones- se pueden conseguir fácilmente online, por si a alguien le interesa.

En cuanto a la escogida para las guardas de La traición de Wendy, el editor se decantó por la llegada de Peter Pan al dormitorio de los hermanos Darling. "The arrival of  Peter  Pan" (1907):





martes, 13 de septiembre de 2011

Próximas citas

No, esto aún no ha acabado.


Hoy mismo me han llamado para confirmarme que la semana que viene, el jueves por la tarde, estaré en Córdoba escribiendo cuentos y poemas a sueldo, es decir, a cambio del precio simbólico de un euro. No, no es que me haya vuelto loco de repente o esté tan necesitado (que también) sino que me han vuelto a invitar al festival Eutopía, tal y como ya hice el año pasado. En concreto, mi actividad no es ni más ni menos que "creadores a sueldo", que tendrá lugar en el Boulevard de la Creatividad la tarde de 6 a 9. Allí, quien quiera acercarse se llevará un cuento o poemita improvisado, una carta de amor, lo que surja. Será divertido. Espero escribir mucho en esas horas. Espero cambiar alguna vida, o al menos sacudirla. Si tengo suerte, esa misma noche iré a la Filmoteca a ver REC, que vale la pena volver a verla en el cine.

Un poco más adelante, el 27 de octubre, tengo programado otro encuentro , en este caso con jóvenes lectores. Tendrá lugar a las 12,00 en la Casa de la Cultura de Andújar, todo ello dentro de los Encuentros con autor promovidos por el Centro Andaluz de las Letras.

¡Ah! Y no creáis que queda ahí la cosa. Próximamente tendréis noticias de varias publicaciones donde aparece mi nombre, ya sea en poesía o en relato, en novela o en traducción, pero todo a su tiempo. Un adelanto: Poetas del 15M


miércoles, 31 de agosto de 2011

Reseña en Calabazas en el trastero



Esta es una novela imperfecta y maravillosa. Reseñarla va a ser, por lo tanto, complicado, así que empezaré por señalar dos elementos objetivos: se llevó el Premio Andalucía Joven de Narrativa en el 2009 y es un homenaje a la obra de Barrie y, por lo visto, a un disco de Ismael Serrano que no he oído.
El argumento nos lleva de vuelta a Nunca Jamás, pero a un Nunca Jamás que sí ha sufrido el paso del tiempo, que ha cambiado. En cierto modo, ha madurado, ha crecido rompiendo la premisa básica que la convertía en una tierra de sueños, y, por lo tanto, se ha sumido en el territorio de la pesadilla. La clave, como no podía ser de otra forma, está en Peter Pan.
José Alberto Arias ha tomado la mitología que creó Barrie en torno al personaje y la ha hecho evolucionar hacia derroteros siniestros. Si ya de por sí tenía un componente inquietante -como lo tienen muchas de las fantasías de los niños-, en las páginas de La traición de Wendy se sumerge de lleno en lo macabro y lo cruel. Estamos ante una obra de fantasía oscura en el pleno sentido del término: la fascinación y el horror se dan la mano.
Al mismo tiempo, el autor no ha renunciado al tono de fábula, y aquí está uno de los puntos cuestionables de la obra, una de sus imperfecciones, pues parece más dirigida a literatos que a lectores. Sí, el tono de cuento encaja con el planteamiento de clásico pervertido, pero, al mismo tiempo, crea un distanciamiento con el lector que hace que la historia sea inesperadamente fría: aunque los personajes están bien perfilados y hay momentos emotivos, no se crea una auténtica tensión. Más bien, tenemos la impresión de estar en un macabro museo de cera.
Esta vocación erudita se refleja también en los numerosos juegos metaliterarios, en las referencias a otras obras, en el cierre a modo de muñeca rusa, en la manera en la que se estructura el relato y se van revelando los misterios del nuevo Nunca Jamás. Estos elementos no son accesorios, no rompen con la coherencia de la obra, pero, al mismo tiempo, envenenan su espíritu romanesco, ponen demasiado de relieve la tramoya, el carácter ficcional del reparto, el juego al que se ha entregado el autor.
Tras su lectura, la novela me genera sentimientos encontrados. Me parece una gran obra, llena de ingenio y de vitalidad, de fuerza y de valor. También me parece una novela con aristas, un viaje que en algún momento pierde el rumbo o que, al menos, navega hacia este por aguas que no le convenían, aunque lo haga deliberadamente.
Sin duda, José Alberto Arias es un autor que dará mucho que hablar. A pesar de su juventud, y de ser esta su primera novela publicada, muestra en estas páginas mucho más talento del que he encontrado en muchos libros. Y, aunque las aristas mencionadas puede que no hagan de este libro un bocado para todos los paladares, no han impedido que La traición de Wendy sea una de las lecturas que más he disfrutado en los últimos tiempos. Y no solo por mi debilidad por Peter Pan. Una obra muy recomendable para quien quiera conectar, más que emotiva, intelectualmente.

domingo, 10 de abril de 2011

Peter cumple 100 años

Sí, este año, lo cual me viene estupendamente.
Me dice una amiga bibliotecaria que entre los packs de libros-aniversario que envían a bibliotecas y entidades públicas, hay un ejemplar de La traición de Wendy. Además, el mes pasado me realizaron una entrevista para el especial que preparaba la revista Leer. Aunque al final esto quedó en una mención y poco más, os dejo a continuación la entrevista completa, por si a alguien le interesa a estas alturas. En cuanto tenga las fotografías de la revista, las subiré aquí para los curiosos.
Por cierto, ésta es la portada en cuestión:


ENTREVISTA



1. ¿Por qué decidió escribir una “contranovela” sobre Nunca Jamás?
En realidad la premisa era bastante simple: reescribir Peter Pan y Wendy en clave de terror. Fue más adelante, cuando la aventura había tomado vida propia, cuando Ruth ya estaba en Nunca Jamás, cuando descubrí que no bastaba con la propuesta de una contranovela, sino relacionar la original con la aventura de mis protagonistas. De hecho, una vez acabada comprobé que La traición de Wendy no es sólo una continuación. La definiría mejor como una consecuencia de lo que sucede al final del clásico de Barrie.

2. ¿Cómo define al Peter Pan de su novela? 
Es un niño triste, pero no lo sabe. Es un niño que ha vivido experiencias que sólo pueden asumir los adultos, de modo que ha perdido esa mirada limpia e ingenua que tenía. Muchos lectores lo odian, pero sigo convencido de que no es más que la víctima de la novela, el único que sale perdiendo. Después de todo, él sólo quiere que la noche en Nunca Jamás junto a Wendy no acabe nunca.

3. ¿Cómo se documentó en relación a James Matthew Barrie y su obra para escribir La traición de Wendy?
Obviamente, lo primero que hice fue leer Peter Pan y Wendy, una historia que todos conocemos, aunque nadie recuerda. A ello me llevó un directo de Ismael Serrano de su disco La traición de Wendy, donde contaba el final de la novela: usé los títulos de las canciones como capítulos de mi novela. Después de escribirla, claro está leí Peter Pan Rojo Escarlata para ver cómo había planteado su autora la posible continuación. También utilicé información, donde hay muchísimos estudios y curiosidades sobre Peter Pan y Nunca Jamás que me fueron bastante útiles.

4. ¿Cómo le influyeron las películas -cuáles- sobre Peter Pan? 
En cuanto al cine, traté de huir de al versión edulcorada que hizo Disney, ya que me interesaban más los aspectos oscuros o dramáticos de la obra. Es obvio que Hook, por la idea de reinterpretación de la novela, estaba presente en todo momento, pero en cualquier caso aposté por otros referentes: literarios (Poe, Lovecraft, El señor de las moscas…), televisivos, cinematográficos (American beauty), musicales (Nina Simone, Vetusta Morla, Ismael Serrano…). Considero que la literatura no se entiende sin las demás formas de arte.

5. ¿Cuál es su opinión sobre el mito de Peter Pan?
Creo que Peter Pan establece las bases de muchos personajes literarios imprescindibles —el primero que me viene a la mente, por el miedo a crecer, es Holden Caulfield—, pero es que además en la actualidad, sobre todo en España, la niñez-adolescencia se está prolongando hasta bien entrados los veinte años en lo que podemos considerar el socorrido “síndrome de Peter Pan”, esto es, la negación a madurar. También sienta Barrie, junto a otros autores como Carroll, las bases de la literatura infantil: personajes inocentes, tono mágico, mirada limpia…

6. ¿Y sobre Peter Pan Rojo Escarlata?
Leí Peter Pan Rojo Escarlata poco después de concluir La traición de Wendy, aunque había oído sobre él bastante antes. Hay que tener ene cuenta que Rojo Escarlata es el resultado de un concurso público en el que cientos de obras compitieron por convertirse en la continuación “oficial” de la novela de Barrie. No obstante, creo que no logra captar la magia que desprende la original, aunque el tono infantil está muy logrado. Tiene ideas muy bien llevadas, aunque otras no tanto. Por ejemplo, no rompe con el origen de la historia de Peter Pan, cuando mi intención era todo lo contrario: romper con el tono, con las relaciones entre los personajes y narrar una historia honesta. Eso es, creo que La traición de Wendy puede gustar más o menos, pero desde luego se trata de una historia honesta.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Entrevista en La Biblioteca Imaginaria

Os redirijo a ella, que les ha quedado muy mona. Reincido en el entusiasmo de Pedro, el autor de la entrevista y de la reseña que colgué antes. Para llegar a la entrevista, clicad aquí

jueves, 1 de julio de 2010

La cueva de Jose


SPOILERS GORDOS

Vamos al capítulo 3 de la novela. A "Cien días". A la cueva. A mi cueva...
Escribir La traición de Wendy fue fácil. Venderla, también. Después de todo, bastaba con coger la historia original y reescribirla dándole un toque macabro-oscuro-terrorífico. Por tanto, los ingredientes ya estaban ahí: Peter, Nunca Jamás, indios, Campanilla, polvos mágicos, etc. Fácil. Pero no existía una cosa. No existía la cueva. La cueva es la locura y la primera certeza de que Peter Pan está loco. La cueva supera con creces el resto de lugares en la isla. ¿Por qué? Porque su terror no es del tipo de terror que te hiela el pulso, sino del que te incomoda porque es plausible. Después de todo, queríamos una historia honesta, ¿no? Y con toda probabilidad el capítulo se trata de un batiburrillo de lugares comunes y escenas grotescas de otras obras. De esto me he dado cuenta a posteriori: las uñas en las paredes de roca ya aparecían en El silencio de los corderos; la lengua negra por la sed, en El médico (Noah Gordon), y me da que para el resto de elementos no hay que investigar demasiado.
Los seres humanos hoy en día estamos tan tan TAN acostumbrados al horror que un pozo escupiendo cadáveres de niñas en descomposición puede que nos deje indiferentes. O las ratas corriendo entre los cuerpos, las calaveras que sirven de cuencos... Sin ir más lejos, la semana pasada nadaba en el mar cuando, a veinte metros de la orilla, vi algo flotando y resultó ser la piel entera de una berenjena. También vi un poco más tarde otra cosa flotando que resultó ser el lomo de... ¡espera, un rabo largo y patitas!... una puta rata muerta. En el agua, a un metro de mí, sí. Huí horrorizado, nadé como nunca. ¿Eso da miedo? ¿Una rata ahogada da miedo? No, da asco, da tanto asco que nos parece miedo. La cueva es una sucesión de asco y desesperanza. Las vidas de las niñas que se apagan lentamente, como la batería de un móvil olvidado en un cajón. Las apariciones de Peter Pan loco, sus amenazas, los berridos de Desdeñoso. Hay muchos ingredientes para darle forma al miedo: cosas tan elementales como la desnudez, como la escatología, el devenir de la materia que se descompone. Pero recordemos que siempre hay algo peor. Cuando me encontré la rata lo primero que hice fue nadar, y una vez en la orilla, cuando se me habían pasado las ganas de vomitar y el corazón me latía con ritmo reposado, en ese momento pensé, y disculpen la frivolidad: "Podía haber sido peor, podía haber sido un bebé".
¿Veis? Siempre cabe algo peor. Por eso cuando Ruth salió de la cueva me sentí muy perdido, tanto que volví a ese lugar, a ese infierno en varias ocasiones. Porque después de la locura no cabe más que cierta lucidez. O volver a la locura. Total, que cuento esto porque todo el mundo menciona el capítulo tres con especial énfasis, y me alegro porque puedo decir que la cueva es 100% mía: hay a quien le encantó el capítulo, a quien le horrorizó y hay quien tuvo que dejar la lectura a esa altura del libro (hechos probados),y en mi caso, amigos, he de decir que me fascina. Pero es mi culpa, ya que estoy curado de espanto y si eso ha salido de mi mente, cosas peores puedo crear. No me horroriza nada. A ese punto hemos llegado. Ahora bien, decidme que ese apartado en el capítulo dedicado a la escena de la muerte de Belle no valía la pena tras un subcapítulo de seis o siete páginas de infierno. Eso es un golpe de efecto. El pozo...
Ay, el pozo.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Entrevista en UniRadio Huelva


Esta tarde a las 20:00 horas me entrevistan en el programa Las afueras de UniRadio Huelva. Si queréis saber qué voy a contar o no, entrar aquí: http://www.uhu.es/uniradio/

Si tengo la opción, subiré enseguida el podcast :)

martes, 13 de abril de 2010

Intertextualidad



Me gusta tanto el terror... eso ya lo sabéis, amigos. Culpa de eso la tiene principalmente Stephen King, un escritor al que muchos consideran malo, aunque son evidentes destellos de genio como El resplandor o Carrie, por poner dos ejemplos. Un autor tan irregular te ayuda a discernir la paja del grano y a conocer a otros autores que se convertirán en indispensables para ti. En mi caso hay dos clásicos del
terror, por ejemplo, tan grandes como Edgar A.Poe o H.P.Lovecraft: ambos aparecen en La traición de Wendy de modo ciertamente destilado, pero con un propósito firme e indiscutible. Si mal no recuerdo, en la novela del Rey del Terror It(Eso), Pennywise repetía una y otra vez eso de: "Bailaré sobre tu tumba", frase que me he apropiado porque suena tan ortopédica y anglófona que es deliciosa. También fue King quien quiso que me enamorara de Borges, relación que hoy por hoy está en mejor forma que nunca. ¿Más cosas? Referenciadas aparecen dos novelas muy distintas entre sí: El país del miedo del sevillano Isaac Rosa la incluí porque mientras escribía mi novela leí la obra de Rosa y apareció una idea muy clara que entroncaba con la infancia, que para algo es uno de los pilares sobre los que se sostiene Wendy: el amor y la infancia. Hablaba del miedo, sí, y el miedo es algo inherente a los niños. La otra novela de la que hablaba la tomé por otra idea muy clara para referenciarla y se trata de El palacio de la luna, de Paul Auster. Tenemos, pues, a Poe y Lovecraft para el miedito; luego, para lo de la infancia y el miedo a crecer está la evidente El señor de las moscas, cabeza de cerdo mediante, que de momento son las referencias más importantes. Ya sabéis, Goldwin supo emplear los elementos y simbología esenciales para describir la anarquía en la que viviría un puñado de niños perdidos náufragos perdidos con todas sus consecuencias (muy crudas). Eso, claro, si obviamos que en algún párrafo me creí Bolaño (y, por ende, mi editor me sugirió algunos cambios). Y no sé cómo he logrado escribir todo esto sin volver a citar el disco homónimo Ismael Serrano, ya que el hilo (ar)romántico de la novela es, junto a algún devaneo amoroso del que escribe, esencialmente la sinergia que provocó este libro.

lunes, 22 de marzo de 2010

Las piezas que a veces componen el cuadro


Cuanto más piensas en algo, más recovecos le encuentras, más perspectivas, más lecturas, más planos... Pensando en La traición de Wendy me he dado cuenta de varios detalles, muchos de ellos incluidos inconscientemente, que constituían consejos que nos dio el escritor Juan Madrid hace un año. Dijo que un buen personaje debe tener un pecado y una meta/misión. Con esas dos características debería funcionar. Bien, el pecado de Ruth es su ingenuidad y la culpa que se desprende de ella. Su meta, su fin es cuidar de su hermana y volver a casa antes de que sus padres sospechen, cuando no dejar de crecer. También nos dijo que en un relato debe existir un conflicto. El conflicto debe estar una vez bien desarrollado el libro. Si bien en La traición de Wendy se precipita, más adelante surgen nuevos conflictos. Ya os hablé de los distintos géneros de los que se compone la novela, pero había pasado por alto un género inclasificable, más bien la característica fundamental. Ruth, a lo largo de su periplo, tendrá que recomponer la historia, los años que transcurrieron desde que Peter acompañó a los hermanos Darling a Londres hasta que la propia niña llega a Nunca Jamás; después, será ella quien escriba la Historia. De este modo, Ruth se topa con diversos personajes y situaciones que la ayudan o dificultan más su meta, tal y como nos aconsejó también Juan Madrid. También sirve cada escalón para sumar una pieza al rompecabezas, para quitar una errónea y corregir con nuevos descubrimientos. El viaje iniciático de Ruth alcanza su culmen, desde mi punto de vista, en el centro de la novela, que es donde debe darse un acontecimiento imprescindible, y hacia el final. Claro que lo de los finales es algo muy personal: años de ver series de televisión me han llevado a la idea (probablemente errónea) de que al final de cada capítulo debe existir un golpe de efecto, un pequeño vuelco del corazón, y ya el final tiene que ser la leche. APOTEÓSICO. No sé hasta qué punto logro los objetivos que me marco, pero desde luego esto es aún más divertido con cada pequeño reto, con cada nimiedad de obstáculo. Eso es todo por hoy y os desvelo: lo siento, queridos, pero en mi novela no aparece el famoso cocodrilo.

In memoriam -Susanne