Al final de Peter y Wendy, la niña le promete a Peter Pan que no crecerá, que será una niña para siempre.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Una novela oscura que ofrece múltiples preguntas y respuestas, sorpresas, lágrimas y corazones encogidos.

martes, 13 de abril de 2010

Intertextualidad



Me gusta tanto el terror... eso ya lo sabéis, amigos. Culpa de eso la tiene principalmente Stephen King, un escritor al que muchos consideran malo, aunque son evidentes destellos de genio como El resplandor o Carrie, por poner dos ejemplos. Un autor tan irregular te ayuda a discernir la paja del grano y a conocer a otros autores que se convertirán en indispensables para ti. En mi caso hay dos clásicos del
terror, por ejemplo, tan grandes como Edgar A.Poe o H.P.Lovecraft: ambos aparecen en La traición de Wendy de modo ciertamente destilado, pero con un propósito firme e indiscutible. Si mal no recuerdo, en la novela del Rey del Terror It(Eso), Pennywise repetía una y otra vez eso de: "Bailaré sobre tu tumba", frase que me he apropiado porque suena tan ortopédica y anglófona que es deliciosa. También fue King quien quiso que me enamorara de Borges, relación que hoy por hoy está en mejor forma que nunca. ¿Más cosas? Referenciadas aparecen dos novelas muy distintas entre sí: El país del miedo del sevillano Isaac Rosa la incluí porque mientras escribía mi novela leí la obra de Rosa y apareció una idea muy clara que entroncaba con la infancia, que para algo es uno de los pilares sobre los que se sostiene Wendy: el amor y la infancia. Hablaba del miedo, sí, y el miedo es algo inherente a los niños. La otra novela de la que hablaba la tomé por otra idea muy clara para referenciarla y se trata de El palacio de la luna, de Paul Auster. Tenemos, pues, a Poe y Lovecraft para el miedito; luego, para lo de la infancia y el miedo a crecer está la evidente El señor de las moscas, cabeza de cerdo mediante, que de momento son las referencias más importantes. Ya sabéis, Goldwin supo emplear los elementos y simbología esenciales para describir la anarquía en la que viviría un puñado de niños perdidos náufragos perdidos con todas sus consecuencias (muy crudas). Eso, claro, si obviamos que en algún párrafo me creí Bolaño (y, por ende, mi editor me sugirió algunos cambios). Y no sé cómo he logrado escribir todo esto sin volver a citar el disco homónimo Ismael Serrano, ya que el hilo (ar)romántico de la novela es, junto a algún devaneo amoroso del que escribe, esencialmente la sinergia que provocó este libro.

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In memoriam -Susanne