Al final de Peter y Wendy, la niña le promete a Peter Pan que no crecerá, que será una niña para siempre.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Una novela oscura que ofrece múltiples preguntas y respuestas, sorpresas, lágrimas y corazones encogidos.
miércoles, 3 de febrero de 2010
¿Qué es este baile de géneros, Jose?
La traición de Wendy es, en el fondo, una historia de amor. La propuesta nace como tal, aunque derivó en una historia SOBRE el amor. Puestos a etiquetar, hay elementos de terror y drama, incluso cierto enfoque metaliterario (las referencias son evidentes). Terror porque era el único modo posible de narrar esta historia y otorgarle cierta verosimilitud. Dice Stephen King en su espléndido libro-ensayo sobre el terror Danza macabra que al abordar el género hay tres herramientas, tres caminos que van de mayor a menor sutilidad. En definitiva, el mensaje es: si no consigues dar miedo por las buenas, dando a intuir el terror, con buen hacer, recurre a las entrañas. Ya saben, tripas, sangre, uñas partidas… elementos próximos al gore y al macabrismo (menudo palabro) que al terror funcional, pavor, presentimiento. El drama, venía diciendo, era también evidente siendo mis fuentes culturales eminentemente dramáticas: siempre preferí Urgencias a Friends. Ya que estamos de quirófanos y matasanos, vamos a un terreno resbaladizo. Si la bondadosa e inevitable Peter Pan derivaba en el Síndrome de Peter Pan o peterpanismo, esa excusa a la que todo hombre se aferra para defender su falta de madurez, su indisciplina innata; si en Peter Pan ocurría esto, de La traición de Wendy se deriva otro síndrome no menos curioso.
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