Al final de Peter y Wendy, la niña le promete a Peter Pan que no crecerá, que será una niña para siempre.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Una novela oscura que ofrece múltiples preguntas y respuestas, sorpresas, lágrimas y corazones encogidos.
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miércoles, 31 de agosto de 2011

Reseña en Calabazas en el trastero



Esta es una novela imperfecta y maravillosa. Reseñarla va a ser, por lo tanto, complicado, así que empezaré por señalar dos elementos objetivos: se llevó el Premio Andalucía Joven de Narrativa en el 2009 y es un homenaje a la obra de Barrie y, por lo visto, a un disco de Ismael Serrano que no he oído.
El argumento nos lleva de vuelta a Nunca Jamás, pero a un Nunca Jamás que sí ha sufrido el paso del tiempo, que ha cambiado. En cierto modo, ha madurado, ha crecido rompiendo la premisa básica que la convertía en una tierra de sueños, y, por lo tanto, se ha sumido en el territorio de la pesadilla. La clave, como no podía ser de otra forma, está en Peter Pan.
José Alberto Arias ha tomado la mitología que creó Barrie en torno al personaje y la ha hecho evolucionar hacia derroteros siniestros. Si ya de por sí tenía un componente inquietante -como lo tienen muchas de las fantasías de los niños-, en las páginas de La traición de Wendy se sumerge de lleno en lo macabro y lo cruel. Estamos ante una obra de fantasía oscura en el pleno sentido del término: la fascinación y el horror se dan la mano.
Al mismo tiempo, el autor no ha renunciado al tono de fábula, y aquí está uno de los puntos cuestionables de la obra, una de sus imperfecciones, pues parece más dirigida a literatos que a lectores. Sí, el tono de cuento encaja con el planteamiento de clásico pervertido, pero, al mismo tiempo, crea un distanciamiento con el lector que hace que la historia sea inesperadamente fría: aunque los personajes están bien perfilados y hay momentos emotivos, no se crea una auténtica tensión. Más bien, tenemos la impresión de estar en un macabro museo de cera.
Esta vocación erudita se refleja también en los numerosos juegos metaliterarios, en las referencias a otras obras, en el cierre a modo de muñeca rusa, en la manera en la que se estructura el relato y se van revelando los misterios del nuevo Nunca Jamás. Estos elementos no son accesorios, no rompen con la coherencia de la obra, pero, al mismo tiempo, envenenan su espíritu romanesco, ponen demasiado de relieve la tramoya, el carácter ficcional del reparto, el juego al que se ha entregado el autor.
Tras su lectura, la novela me genera sentimientos encontrados. Me parece una gran obra, llena de ingenio y de vitalidad, de fuerza y de valor. También me parece una novela con aristas, un viaje que en algún momento pierde el rumbo o que, al menos, navega hacia este por aguas que no le convenían, aunque lo haga deliberadamente.
Sin duda, José Alberto Arias es un autor que dará mucho que hablar. A pesar de su juventud, y de ser esta su primera novela publicada, muestra en estas páginas mucho más talento del que he encontrado en muchos libros. Y, aunque las aristas mencionadas puede que no hagan de este libro un bocado para todos los paladares, no han impedido que La traición de Wendy sea una de las lecturas que más he disfrutado en los últimos tiempos. Y no solo por mi debilidad por Peter Pan. Una obra muy recomendable para quien quiera conectar, más que emotiva, intelectualmente.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Entrevista en La Biblioteca Imaginaria

Os redirijo a ella, que les ha quedado muy mona. Reincido en el entusiasmo de Pedro, el autor de la entrevista y de la reseña que colgué antes. Para llegar a la entrevista, clicad aquí

viernes, 8 de octubre de 2010

Reseña en Anika entre libros





La traición de Wendy” se alzó con el Premio Narrativa Joven 2009 y fue publicado en abril del 2010.

A la ventana de la habitación de Ruth acude una sombra. Pertenece a Peter Pan, quien consigue ser invitado a entrar –como los vampiros- gracias a la hermanita pequeña, Kate. La niña se siente fascinada, no tanto Ruth, más desconfiada, sin embargo Peter las camela para llevárselas al país de Nunca Jamás y allí vivirán un infierno de esclavitud, malos tratos y aberraciones.

No, aunque en algunos sitios ponga que es literatura infantil, esta historia es tan dura que es más apta al género adulto. Es una historia de terror. Más aún, de horror.

Anika (Registrado) 







Pensé desde el principio que era literatura infantil, o quizás juvenil, pero de ponerla en juvenil deberíamos ponerla en ese límite en el que los jóvenes disfrutan con el terror. Quizás a partir de los quince o dicieséis años, pero aquí no salen vampiros ni zombis –que están de moda-, aquí aparece lo peor que puede nacer en un ser humano: MALDAD, y para aceptar la maldad humana, sabiendo de antemano que esto no es fantasía, hay que tener la cabeza bien amueblada. Los demasiado sentimentales pueden sufrir mucho si todavía son muy jóvenes e impresionables. Sin duda para mí esto es mérito del autor, pero los jóvenes lectores deben saber que se enfrentan a una novela cuya mejor calificación es la de “horror”. Si son capaces de ponerse en la piel de las niñas... entenderán.

Algunas imágenes son grotescas, otras producen verdadero dolor (las niñas destrozadas no sólo por seres fantásticos como las sirenas o las aves, también por “hombres” insaciables y brutales), y en conjunto son terroríficas. Naturalmente me ha gustado, es una versión distinta a lo que he leído hasta ahora, acostumbrada a 
Peter Panes vampiros o muy Disney, pero también me ha asombrado sobremanera. Dicen que los niños son crueles, pero Peter Pan es un psicópata, un niño egoísta sin empatía hacia el dolor ajeno, feroz y malvado hasta el límite. Todo tiene su origen y su explicación, claro está.

La traición de Wendy” es una novela de terror bien escrita, bien ideada y perfectamente organizada que da las claves para entender por qué Peter Pan acabaría convirtiéndose en un ser humano despreciable. Algunas cosas son discutibles, cierto, como la entereza de uno de los niños perdidos tras perder los ojos, por ejemplo, y es posible encontrar algún gazapo por no haber redondeado cada dato aportado, pero sin duda es una novela llamativa que puede hacer las delicias de los fans del terror.

La novela está estructurada en capítulos que llevan el mismo título que las canciones del disco de
Ismael Serrano (La traición de Wendy), hecho este que José Alberto Arias Pereira hace a conciencia pues su idea era escribir el libro basándose en estos títulos, narrar la historia más negra y oculta de Peter Pan homenajeando al mismo tiempo al cantante.

Anika Lillo

jueves, 1 de julio de 2010

La cueva de Jose


SPOILERS GORDOS

Vamos al capítulo 3 de la novela. A "Cien días". A la cueva. A mi cueva...
Escribir La traición de Wendy fue fácil. Venderla, también. Después de todo, bastaba con coger la historia original y reescribirla dándole un toque macabro-oscuro-terrorífico. Por tanto, los ingredientes ya estaban ahí: Peter, Nunca Jamás, indios, Campanilla, polvos mágicos, etc. Fácil. Pero no existía una cosa. No existía la cueva. La cueva es la locura y la primera certeza de que Peter Pan está loco. La cueva supera con creces el resto de lugares en la isla. ¿Por qué? Porque su terror no es del tipo de terror que te hiela el pulso, sino del que te incomoda porque es plausible. Después de todo, queríamos una historia honesta, ¿no? Y con toda probabilidad el capítulo se trata de un batiburrillo de lugares comunes y escenas grotescas de otras obras. De esto me he dado cuenta a posteriori: las uñas en las paredes de roca ya aparecían en El silencio de los corderos; la lengua negra por la sed, en El médico (Noah Gordon), y me da que para el resto de elementos no hay que investigar demasiado.
Los seres humanos hoy en día estamos tan tan TAN acostumbrados al horror que un pozo escupiendo cadáveres de niñas en descomposición puede que nos deje indiferentes. O las ratas corriendo entre los cuerpos, las calaveras que sirven de cuencos... Sin ir más lejos, la semana pasada nadaba en el mar cuando, a veinte metros de la orilla, vi algo flotando y resultó ser la piel entera de una berenjena. También vi un poco más tarde otra cosa flotando que resultó ser el lomo de... ¡espera, un rabo largo y patitas!... una puta rata muerta. En el agua, a un metro de mí, sí. Huí horrorizado, nadé como nunca. ¿Eso da miedo? ¿Una rata ahogada da miedo? No, da asco, da tanto asco que nos parece miedo. La cueva es una sucesión de asco y desesperanza. Las vidas de las niñas que se apagan lentamente, como la batería de un móvil olvidado en un cajón. Las apariciones de Peter Pan loco, sus amenazas, los berridos de Desdeñoso. Hay muchos ingredientes para darle forma al miedo: cosas tan elementales como la desnudez, como la escatología, el devenir de la materia que se descompone. Pero recordemos que siempre hay algo peor. Cuando me encontré la rata lo primero que hice fue nadar, y una vez en la orilla, cuando se me habían pasado las ganas de vomitar y el corazón me latía con ritmo reposado, en ese momento pensé, y disculpen la frivolidad: "Podía haber sido peor, podía haber sido un bebé".
¿Veis? Siempre cabe algo peor. Por eso cuando Ruth salió de la cueva me sentí muy perdido, tanto que volví a ese lugar, a ese infierno en varias ocasiones. Porque después de la locura no cabe más que cierta lucidez. O volver a la locura. Total, que cuento esto porque todo el mundo menciona el capítulo tres con especial énfasis, y me alegro porque puedo decir que la cueva es 100% mía: hay a quien le encantó el capítulo, a quien le horrorizó y hay quien tuvo que dejar la lectura a esa altura del libro (hechos probados),y en mi caso, amigos, he de decir que me fascina. Pero es mi culpa, ya que estoy curado de espanto y si eso ha salido de mi mente, cosas peores puedo crear. No me horroriza nada. A ese punto hemos llegado. Ahora bien, decidme que ese apartado en el capítulo dedicado a la escena de la muerte de Belle no valía la pena tras un subcapítulo de seis o siete páginas de infierno. Eso es un golpe de efecto. El pozo...
Ay, el pozo.

martes, 13 de abril de 2010

Intertextualidad



Me gusta tanto el terror... eso ya lo sabéis, amigos. Culpa de eso la tiene principalmente Stephen King, un escritor al que muchos consideran malo, aunque son evidentes destellos de genio como El resplandor o Carrie, por poner dos ejemplos. Un autor tan irregular te ayuda a discernir la paja del grano y a conocer a otros autores que se convertirán en indispensables para ti. En mi caso hay dos clásicos del
terror, por ejemplo, tan grandes como Edgar A.Poe o H.P.Lovecraft: ambos aparecen en La traición de Wendy de modo ciertamente destilado, pero con un propósito firme e indiscutible. Si mal no recuerdo, en la novela del Rey del Terror It(Eso), Pennywise repetía una y otra vez eso de: "Bailaré sobre tu tumba", frase que me he apropiado porque suena tan ortopédica y anglófona que es deliciosa. También fue King quien quiso que me enamorara de Borges, relación que hoy por hoy está en mejor forma que nunca. ¿Más cosas? Referenciadas aparecen dos novelas muy distintas entre sí: El país del miedo del sevillano Isaac Rosa la incluí porque mientras escribía mi novela leí la obra de Rosa y apareció una idea muy clara que entroncaba con la infancia, que para algo es uno de los pilares sobre los que se sostiene Wendy: el amor y la infancia. Hablaba del miedo, sí, y el miedo es algo inherente a los niños. La otra novela de la que hablaba la tomé por otra idea muy clara para referenciarla y se trata de El palacio de la luna, de Paul Auster. Tenemos, pues, a Poe y Lovecraft para el miedito; luego, para lo de la infancia y el miedo a crecer está la evidente El señor de las moscas, cabeza de cerdo mediante, que de momento son las referencias más importantes. Ya sabéis, Goldwin supo emplear los elementos y simbología esenciales para describir la anarquía en la que viviría un puñado de niños perdidos náufragos perdidos con todas sus consecuencias (muy crudas). Eso, claro, si obviamos que en algún párrafo me creí Bolaño (y, por ende, mi editor me sugirió algunos cambios). Y no sé cómo he logrado escribir todo esto sin volver a citar el disco homónimo Ismael Serrano, ya que el hilo (ar)romántico de la novela es, junto a algún devaneo amoroso del que escribe, esencialmente la sinergia que provocó este libro.

martes, 9 de febrero de 2010

Vamos a contar verdades

Una de las mejores películas españolas que he visto es bastante similar en tono a mi novela, El espíritu de la colmena de Víctor Erice. Una auténtica maravilla. Infancia y terror mezclados con la amarga realidad. En una escena preciosa, Ana (Torrent) y su hermana corren por un prado hacia una hacienda desierta mientras suena la canción.



Primero, la poesía. A lo que íbamos: Peter Pan era un hijoputa en el original, aunque como todo el mundo recuerda sólo la edulcorada versión de Disney, han olvidado las implicaciones oscuras que tiene la novela de Barrie. Así pues, voy a dar unas pistas con HECHOS que suceden en Peter y Wendy, cosas que, queramos o no, sucedían en el original, en la cuna de sueños de J.M. Barrie. Qué perturbación, qué oscuridad, esconde el mito del niño que no quería crecer...

1. La sombra de Peter Pan trataba constantemente de alejarse de él. ¿Casualidad? Ni mucho menos, creo que la sombra estaba asqueada de arrastrar a diario con el sucio niño volador.

2. La presencia de Campanilla no era tan importante en un principio. Se trataba de un hada, sí, pero las hadas en el libro no eran más que luces, o así lo era al menos la amiga de Peter, un haz de luz femenina. Campanilla quería a Peter, y nada más llegar a Nunca Jamás Wendy y sus hermanos, la criatura intenta matar a la niña en un acceso de celos.

3. En un principio, decía, las hadas no eran tan importantes. Pero cuando se estrenó la obra de teatro en Londres empezó a haber una ola de muertes infantiles debido a que los niños saltaban por las ventanas y balcones con la esperanza de poder volar, ya que en la primera versión de la historia no hacía falta el polvo de hada, bastaba con la imaginación. Por eso Barrie se vio obligado a intervenir con ese cambio.

4. En Nunca Jamás hay muertes y muertes y más muertes. Aparte del intento de asesinato frustrado contra Wendy, en la novela se da todo un genocidio contra los Pieles Rojas por parte de los piratas. Sí, un problema extrapolado de la realidad americana a esta ficción ¿infantil?

5. También mueren niños, muchos niños. Niños Perdidos. En la descripción de Nunca Jamás se nos cuenta que el número de niños varía en función de muchos factores, de si los matan o si crecen, ya que al incumplir una de las reglas de la isla Peter se tiene que deshacer de ellos; o comienzo o los matan los piratas, ya que Peter los alienta a "ir de aventuras a matar piratas" y maneja con su irresponsable indiferencia los hilos de la guerra entre niños huérfanos y fornidos piratas armados hasta las cejas. Y afirma, el sinvergüenza: "Me olvido de ellos cuando los mato". No hay remordimientos, nada.

6. Peter Pan no quiere a Campanilla. Eso ya lo sabíamos, pero al acabar la novela, cuando han vuelto a Londres y Peter hace una visita a los Darling, Wendy le pregunta que cómo está Campanilla, a lo que él responde que quién era Campanilla. "¡Un hada, Peter! ¡Era el hada que nos salvó la vida!" "Es que hay tantas... ojalá ya no esté". Y es más, el propio narrador afirma que las hadas no viven demasiado. ¿Nos da a entender que Campanilla muere?

7. Garfio no es un patán, un bufón que alivia el terror que provocan los piratas. Garfio es un auténtico capitán pirata hambriento de odio y ávido de muerte. No le importa ensartar niños con la espada uno tras otro. De hecho, en su primera aparición Garfio ensarta a uno de los suyos con el garfio.

8. En un punto de la novela cuando los piratas atrapan a Peter y lo atan a una roca a la espera de que la marea ahogue al niño eterno, Peter no teme a la muerte. Es más, grita henchido de valor: "¡La muerte será una aventura realmente grande!" WTF?

9. Las hadas pueden morir con el mero hecho de que un niño diga: "No creo en las hadas". No es de extrañar que siempre que Campanilla se refería a Peter lo hiciera con el sobrenombre "Tonto" (silly en el original)

10. Por no hablar de la lectura pedófila que pueda tener todo el libro, ya que aunque en la época en que se escribió no era tan extraña la fascinación por los niños, a los autores de clásicos infantiles (Barrie, Carroll...) se les ha encumbrado desde círculos pedófilos como "padres de la causa". Recordemos además que Peter Pan simboliza la virginidad sexual y emocional del ser humano y no querríamos pervertir su mundo. ¿O sí...?

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Qué es este baile de géneros, Jose?


La traición de Wendy es, en el fondo, una historia de amor. La propuesta nace como tal, aunque derivó en una historia SOBRE el amor. Puestos a etiquetar, hay elementos de terror y drama, incluso cierto enfoque metaliterario (las referencias son evidentes). Terror porque era el único modo posible de narrar esta historia y otorgarle cierta verosimilitud. Dice Stephen King en su espléndido libro-ensayo sobre el terror Danza macabra que al abordar el género hay tres herramientas, tres caminos que van de mayor a menor sutilidad. En definitiva, el mensaje es: si no consigues dar miedo por las buenas, dando a intuir el terror, con buen hacer, recurre a las entrañas. Ya saben, tripas, sangre, uñas partidas… elementos próximos al gore y al macabrismo (menudo palabro) que al terror funcional, pavor, presentimiento. El drama, venía diciendo, era también evidente siendo mis fuentes culturales eminentemente dramáticas: siempre preferí Urgencias a Friends. Ya que estamos de quirófanos y matasanos, vamos a un terreno resbaladizo. Si la bondadosa e inevitable Peter Pan derivaba en el Síndrome de Peter Pan o peterpanismo, esa excusa a la que todo hombre se aferra para defender su falta de madurez, su indisciplina innata; si en Peter Pan ocurría esto, de La traición de Wendy se deriva otro síndrome no menos curioso.

In memoriam -Susanne