Al final de Peter y Wendy, la niña le promete a Peter Pan que no crecerá, que será una niña para siempre.
Unos años más tarde conocemos a otra niña. Ruth Kenthon tiene 13 años, lee a todas horas y vive en Londres. Una noche la despierta la inesperada visita de un niño en busca de su sombra perdida. Ruth, su hermana Kate y Peter emprenden el viaje a Nunca Jamás, el lugar ideal para afrontar el miedo a crecer, al olvido, al amor y a la muerte. ¿Puede la promesa de una niña dictar el destino del País de Nunca Jamás? ¿Es verdad lo que cuenta Peter sobre la isla? ¿Quedan piratas por combatir e indios a quienes salvar? En la traición de Wendy se encuentra la clave de todas estas preguntas, pero como Wendy haya crecido no habrá vuelta atrás.
Una novela oscura que ofrece múltiples preguntas y respuestas, sorpresas, lágrimas y corazones encogidos.

jueves, 1 de julio de 2010

La cueva de Jose


SPOILERS GORDOS

Vamos al capítulo 3 de la novela. A "Cien días". A la cueva. A mi cueva...
Escribir La traición de Wendy fue fácil. Venderla, también. Después de todo, bastaba con coger la historia original y reescribirla dándole un toque macabro-oscuro-terrorífico. Por tanto, los ingredientes ya estaban ahí: Peter, Nunca Jamás, indios, Campanilla, polvos mágicos, etc. Fácil. Pero no existía una cosa. No existía la cueva. La cueva es la locura y la primera certeza de que Peter Pan está loco. La cueva supera con creces el resto de lugares en la isla. ¿Por qué? Porque su terror no es del tipo de terror que te hiela el pulso, sino del que te incomoda porque es plausible. Después de todo, queríamos una historia honesta, ¿no? Y con toda probabilidad el capítulo se trata de un batiburrillo de lugares comunes y escenas grotescas de otras obras. De esto me he dado cuenta a posteriori: las uñas en las paredes de roca ya aparecían en El silencio de los corderos; la lengua negra por la sed, en El médico (Noah Gordon), y me da que para el resto de elementos no hay que investigar demasiado.
Los seres humanos hoy en día estamos tan tan TAN acostumbrados al horror que un pozo escupiendo cadáveres de niñas en descomposición puede que nos deje indiferentes. O las ratas corriendo entre los cuerpos, las calaveras que sirven de cuencos... Sin ir más lejos, la semana pasada nadaba en el mar cuando, a veinte metros de la orilla, vi algo flotando y resultó ser la piel entera de una berenjena. También vi un poco más tarde otra cosa flotando que resultó ser el lomo de... ¡espera, un rabo largo y patitas!... una puta rata muerta. En el agua, a un metro de mí, sí. Huí horrorizado, nadé como nunca. ¿Eso da miedo? ¿Una rata ahogada da miedo? No, da asco, da tanto asco que nos parece miedo. La cueva es una sucesión de asco y desesperanza. Las vidas de las niñas que se apagan lentamente, como la batería de un móvil olvidado en un cajón. Las apariciones de Peter Pan loco, sus amenazas, los berridos de Desdeñoso. Hay muchos ingredientes para darle forma al miedo: cosas tan elementales como la desnudez, como la escatología, el devenir de la materia que se descompone. Pero recordemos que siempre hay algo peor. Cuando me encontré la rata lo primero que hice fue nadar, y una vez en la orilla, cuando se me habían pasado las ganas de vomitar y el corazón me latía con ritmo reposado, en ese momento pensé, y disculpen la frivolidad: "Podía haber sido peor, podía haber sido un bebé".
¿Veis? Siempre cabe algo peor. Por eso cuando Ruth salió de la cueva me sentí muy perdido, tanto que volví a ese lugar, a ese infierno en varias ocasiones. Porque después de la locura no cabe más que cierta lucidez. O volver a la locura. Total, que cuento esto porque todo el mundo menciona el capítulo tres con especial énfasis, y me alegro porque puedo decir que la cueva es 100% mía: hay a quien le encantó el capítulo, a quien le horrorizó y hay quien tuvo que dejar la lectura a esa altura del libro (hechos probados),y en mi caso, amigos, he de decir que me fascina. Pero es mi culpa, ya que estoy curado de espanto y si eso ha salido de mi mente, cosas peores puedo crear. No me horroriza nada. A ese punto hemos llegado. Ahora bien, decidme que ese apartado en el capítulo dedicado a la escena de la muerte de Belle no valía la pena tras un subcapítulo de seis o siete páginas de infierno. Eso es un golpe de efecto. El pozo...
Ay, el pozo.

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In memoriam -Susanne